Hay dos cosas que llaman la atención del comportamiento vandálico de los que queman y saquean durante todos estos días que han tenido lugar disturbios y revueltas. Lo primera es la desproporción, porque a nadie le cabe en la cabeza que la libertad de expresión tenga algo que ver con quemar el mobiliario urbano.
También llama la atención la extrema juventud de los violentos. No son muchos, pero son muy activos.
Había una masa flotante de jóvenes que en realidad no hacían nada. Iban haciéndose selfies con los contenedores de fondo. Parecía como la aventura de vivir una situación así a realmente luchar por la preocupación de la libertad de expresión o de cualquiera de nuestros derechos.