Editorial de Elena Gijón

Oriol Jonqueras viene a Madrid a pedir árnica en forma de dinero. Un adelanto, por favor, para tapar agujeros. El Gobierno central se lo va a dar, entre otras cosas, porque también para esto Cataluña es España. Pero que nadie espere que haya un reconocimiento de mala gestión desde la Generalitat. O incluso un atisbo de agradecimiento. Volverán a dar la vuelta al mensaje y dirán que se ven en semejante humillación porque España les ahoga. Ya lo hemos visto.

Frente al intento del gobierno catalán de crear una hacienda propia, el sindicato de funcionarios CSIF quiere proteger a los suyos. Les ofrece firmar un documento en el que quede claro que los empleados públicos no respaldan ilegalidades. Es evidente que el Estado, que no está en funciones, se encargará de atajar cualquier atisbo de ilegalidad. Como lo es que el gobierno de la Generalitat aprovecha esta etapa de interinidad para crear inquietud.

Otra vez dos ex presidentes andaluces, otra vez dos ex presidentes del PSOE ante los tribunales por el escándalo de los ERE como responsables del manejo sin control en la Junta de Andalucía de más de 1.000 millones de euros. Cada partido tiene lo suyo, sí. Por eso sorprende que la vehemencia que se utiliza para pedir la cabeza de los ajenos no se emplee para solicitar la de los propios.