Editorial de Elena Gijón

Tampoco va a ser a la segunda. Pedro Sánchez volverá a perder la votación de investidura esta tarde. Las presiones a Podemos, recordar a los de Iglesias que gobiernan en varios municipios gracias a la benevolencia socialista, de momento no surten efecto. Falló Sánchez y a partir del lunes empiezan otra vez los cálculos, si les conviene más pactar o arriesgarse a unas elecciones. Y así seguimos dos meses y medio después de las elecciones.

Este es el día de Pedro Sánchez. El día en el que va a reivindicarse en la tribuna del Congreso como muñidor de un pacto, para una investidura, trabado con mucha alharaca pero de nula eficacia en una investidura. Le acompaña Albert Rivera, el único que está dispuesto a decirle sí. Y enfrente el PP, que está a la expectativa o Podemos, cuyo líder quiere ser el vicepresidente de un país en el que según él hay presos políticos. Así es como llama Pablo Iglesias a condenados por ser miembros de ETA como Arnaldo Otegi. Este es nuestro panorama.

Pedro Sánchez ofrece a la izquierda un pacto a la carta para que se sume al que ya tiene firmado con Ciudadanos. El secretario general del PSOE no teme el enfado de los de Albert Rivera por dejar de ser los preferidos y no lo teme porque siempre albergó la esperanza de entenderse con la izquierda parlamentaria. Y ese es precisamente el movimiento que prepara para cuando fracase en su primera sesión de investidura.