Cuando la mayoría disfruta de la fiesta, camareros y cocineros se ponen el delantal para hacer posible que los demás disfruten del tapeo, las comidas o las copas. Las jornadas son largas y los salarios no muy altos, aunque el hostelero zaragozano Alberto Campuzano asegura que se está pagando en torno a un 30% por encima del Salario Mínimo. Además, la hostelería moderna trabaja, cada vez más, con criterios de productividad, de forma que el camarero cobra más cuanto más hace ganar a su empresa.
Las restricciones en la hostelería durante la pandemia, llevaron a muchos trabajadores que llevaban años detrás de una barra a reinventarse en otros sectores donde descubrieron lo que significa trabajar con un horario 'normal' y disfrutar de fines de semana y festivos. Cuando sus antiguos jefes volvieron a llamarles, la mayoría optó por no renunciar a esa calidad de vida y dijo 'no'.
Campuzano comprende que alguien que ha pasado la vida trabajando mientras otros se divierten, opte por saltar al otro lado de la barra. Eso obliga al hostelero a tener que recurrir a perfiles de menor cualificación: personas en paro, en su mayoría, que buscan una oportunidad cambiando de sector. Pero se ha de comprender que mientras trabajan y aprenden la profesión, las condiciones laborales son las mismas, pero las económicas no pueden ser iguales a las de un camarero cualificado.