Cada temporada vuelven para ocupar los territorios tradicionales de cría, primero los machos y luego las hembras, hablamos de los aguiluchos cenizos. Aves asociadas a la actividad agraria que anidan en las siembras de cereal, en el suelo, y se alimentan de langostas, topos, ratones o aves que pueden dañar estos cultivos.
En la actualidad casi han desaparecido de los cielos de Campo de Montiel, solo unas pocas parejas mantienen sus colonias en esta comarca. Como explica a Onda Cero el ornitólogo José Guzmán, al frente del proyecto de conservación y rescate de esta especie de la fundación FIRE.
Por tercer año consecutivo, a través de la FIRE, especialistas conocedores de la especie y el territorio están haciendo prospecciones de las zonas adecuadas para ubicar las parcelas donde anidan estas rapaces.
Guzmán reconoce que "el panorama es bastante desalentador", cada vez es menor el número de pollos que sobreviven y vuelan, a esto se suma el descenso de supervivencia de la especie y, en consecuencia, disminuyen los ejemplares con posibilidades de volver a Campo de Montiel al año siguiente.
La situación del aguilucho cenizo en este hábitat es crítica y para que exista una oportunidad es imprescindible la implicación y complicidad de los agricultores.
Si algún agricultor localiza ejemplares de estas aves puede comunicarlo a la FIRE o ponerse en contacto con el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Chaparrillo.
El aguilucho cenizo ha sido elegido ave del año por SEO Birdlife, la Sociedad Española de Ornitología, para llamar la atención de forma simbólica sobre una especie cada vez más amenazada. Casi desaparecida en la provincia de Ciudad Real y en el conjunto de Castilla-La Mancha, donde está catalogada como especie vulnerable.
Los expertos creen necesario un estatus de protección más elevado, que las administraciones reconozcan que esta rapaz está en peligro de extinción y "tomen cartas en el asunto" con la puesta en marcha de planes de protección y recuperación.