UN FINAL INESPERADO

Sale a la luz el triste final del dueño del bar 'El Brillante', famoso por los bocadillos de calamares

Alfredo Rodríguez, dueño del reconocido bar madrileño 'El Brillante' falleció el pasado lunes. Acorralado por las deudas y con una depresión, así fue el trágico final del hostelero que hizo famosos los bocadillos de calamares

ondacero.es

Madrid | 02.09.2021 11:37

El trágico final del dueño del bar El Brillante conocido por sus famosos bocadillos de calamares
El trágico final del dueño del bar El Brillante conocido por sus famosos bocadillos de calamares | El Brillante

Alfredo Rodríguez, dueño del reconocido bar madrileño El Brillante, ha fallecido este lunes. Rodríguez ha sido una de las personas que más ha contribuido a la fama del bocadillo de calamares como asegura la Academia Española de Gastronomía, que este pasado lunes anunciaba su fallecimiento y lamentaba profundamente su pérdida.

El triste desenlace de la vida de Alfredo Rodríguez

Alfredo Rodríguez Villa, de 68 años decidió acabar con su vida el lunes pasado, acuciado por problemas económicos. El dueño del 'Brillante' llevaba un tiempo deprimido. Sus empresas no iban bien y la crisis del coronavirus no había contribuido al auge de sus negocios, todo lo contrario.

Este pasado lunes, desde su piso de la calle de Costa Rica, en la zona de Chamartín, decidió poner fin a su vida de la manera más trágica. Esa mañana, envió un mensaje de WhatsApp a uno de sus sobrinos indicándole que había dejado unas llaves del piso al portero de la finca. El familiar de Alfredo se puso en alerta y se temió lo peor. Sabía, y así lo expresó luego a la Policía Nacional, que su tío estaba pasando una mala racha y que la factura de todo ello le pesaba sobre los hombros. Llamó a los servicios de emergencias y se presentó rápidamente en el bloque de la víctima. Alfredo acababa de pegarse un tiro en la cabeza.

Un negocio familiar de toda la vida

Alfredo Rodríguez mantenía el negocio familiar fundado por su padre, Alfredo Rodríguez Villa, en el año 1951 en el icónico enclave frente a la estación de Atocha.

Desde allí, El Brillante se ha mantenido fiel durante más de medio siglo a su plato estrella, el bocadillo de calamares que siempre ha eclipsado la carta, aunque también las croquetas, los callos, los torreznos, la oreja de cerdo o las patatas bravas, aparte de sus económicos desayunos de churros y porras con chocolate (otro emblema de la casa, como los zarajos), que han contribuido a difundir la gastronomía madrileña durante más de medio siglo.

El Brillante, pese a la eclosión en Madrid de bares que ofrecían bocatas de calamares, sobre todo en el entorno de la Plaza Mayor, ha continuado manteniendo la fama entre los propios locales y los turistas, como una parada casi obligatoria a su interior o a su terraza de la glorieta, al lado de la boca de metro de la estación del Arte.

El último giro de El Brillante ha sido favorecer la contratación de personas mayores de 50 años para ayudar a un colectivo que atraviesa dificultades a la hora de encontrar un empleo. Un gesto de inclusión de este icónico bar que busca poner en valor la experiencia y el compromiso que se adquiere con la edad.

'El Brillante'
'El Brillante' | Turismo Madrid

El rumbo de la empresa sin su dueño

«Estamos más tranquilos.Las hijas de Alfredo se harán cargo del negocio y continuaremos. Eso es todo lo que puedo decir», explicaba con un tono de preocupación uno de los empleados al diario ABC, prefiriendo mantener su anonimato. «No sabemos nada de la situación económica de la empresa», aseguran.

Sus empleados, a través de otro mensaje en redes sociales, se han sumado al dolor de su familia directa. «Despedimos con todo el dolor de nuestro corazón a Alfredo, nuestro jefe, pero más aún: nuestro compañero y 'padre protector' para muchos de nosotros, que hemos comenzado nuestra andadura a su lado desde jóvenes y del que hemos aprendido lo que es 'la vida'», han publicado en las últimas horas: «Nos sentimos huérfanos, desconcertados, esperando su llegada siempre».

"Tabernero de profesión"

La vida de Rodríguez dio un giro de pequeño, cuando de pequeño cogió la polio. "Decidí que prefería ser tabernero andando que abogado en silla de ruedas", comentaba en algunas entrevistas, no sin apuntalar que "la suerte no existe": "Lo peor en un emprendedor es la cobardía. Siempre que se cae se ha de levantar. Y cuando sale bien, si alguien te dice que es suerte, aléjate de él".

Este tabernero, que ha dado trabajo a decenas de personas durante las últimas décadas, tenía claro la importancia de motivar a sus empleados. "Prefiero trabajadores de 45 años para arriba porque ya les ha pasado todo en la vida, pero hay que darles un aliciente", dejaba caer en una entrevista a Expansión en 2019, donde desveló una de las claves de su éxito.

"Antes cuando preguntabas ¿Qué es Brillante? te respondían: 'Gran persona' o 'una estrella'. Me gasté 40 millones de pesetas al año en publicitarme y en dos años todo el mundo al que se le preguntaba por Brillante decía 'el de los calamares'. Comunicar y publicitar son fundamentales para una empresa", deslizó Rodríguez.