Sumergida en una vida de ritmos frenéticos, conciliar el sueño puede ser uno de los grandes retos de la sociedad actual. La rutina y el cúmulo de estrés suelen ser los principales culpables del insomnio, aunque la psicología señala siete hábitos nocturnos que podrían influir negativamente a la hora de ir a dormir.
Ver películas o series antes de dormir
Estar pegados a las pantallas hace que sea más difícil conciliar el sueño y descansar. Según recoge 'Daily Motivation News', los dispositivos electrónicos desprenden un tipo de luz que se conoce como luz azul.
Esta luz, lejos de ayudar a mantener la calma, hace que se suprima la producción de melatonina, la hormona encargada de regular el sueño. Es decir, cuando llevamos el móvil, ordenador o tablet a la cama justo antes de dormir, estamos impidiendo que nuestro organismo genere la hormona necesaria para un descanso placentero.
Como alternativa a las pantallas, los expertos recomiendan leer un libro o escuchar música relajante.
Descuidar la rutina de relajación
En ocasiones, cuando estamos muy cansados solemos pensar en ir a dormir directamente. Sin embargo, esta opción no es la más adecuada, ya que a la mente no le ha dado tiempo a desconectar de la rutina laboral o del ajetreo diario.
Además, el tiempo antes de acostarse tampoco es el momento adecuado de afrontar proyectos laborales complejos o practicar actividades estimulantes en exceso.
Para lograr establecer una rutina del sueño, o rutina de relajación, los expertos aconsejan darse una ducha tibia, leer un libro, hacer estiramientos suaves o encontrar una actividad que proporcione paz.
Cenar demasiado tarde
Tal y como apuntan los expertos, cenar tarde puede originar problemas digestivos, por lo que podría generar incomodidad y dificultad para conciliar el sueño.
Al igual que sucede con la hora de la cena, también ocurre con el tipo de comida, pues no es lo mismo una alimentación saludable que una cena copiosa y pesada.
Por tanto, la mejor opción es tomar cenas ligeras que le permitan hacer una buena digestión al organismo.
No hacer deporte
Aunque después de un día largo y cansado la idea de ir al gimnasio no sea la más apetecible, es cierto que hacer deporte ayuda a descansar mejor. De hecho, aquellos que realizan actividad física de forma regular afirman que duermen mucho mejor.
Hay que tener en cuenta que hacer ejercicio justo antes de ir a dormir tampoco es lo más idea, por lo que lo más aconsejable es estructurar un horario para encajar el entrenamiento en las primeras horas del día o varias horas antes de ir a dormir.
Dormir en medio del desorden
La organización del día a día es tan importante como la organización de la casa y, en este caso, el lugar donde dormir diariamente.
De hecho, los expertos apuntan que una habitación desordenada puede dar lugar a una mente desordenada, lo que impide conciliar el sueño sencillamente.
Obsesionarse con no dormir suficiente
Este punto podría desembocar a lo que comúnmente se conoce como 'la pescadilla que se muerde la cola'. Normalmente, las personas que se agobian o se estresan demasiado porque no duermen lo suficiente, acaban adoptando un patrón que las mantiene despiertas.
Por tanto, lo que aconsejan los expertos es hacer ejercicios de respiración para relajar el cuerpo y la mente.
Ausencia de rutina nocturna
No mantener un horario similar diario para ir a dormir propicia dificultad para descansar y mantener el sueño. Sin embargo, aquellas personas que todos los días se acuestan más o menos a la misma hora experimentan un descanso de mayor calidad.