Hoy les traemos dos temas muy interesantes, pero que son todavía más interesantes cuando vienen juntos: el espacio y el origen de la vida. La noticia, de hace apenas tres días, es que un equipo de científicos japoneses ha encontrado uracilo en un asteroide cercano a la Tierra. ¿Y qué es el uracilo?
Pues es una molécula pequeñita, un anillo formado por átomos de carbono y nitrógeno, que es muy importante en biología porque es una de las cuatro letras del ARN. El ARN, igual que el ADN, es una molécula muy larga formada al encadenar moléculas más pequeñas; es como si fuera un collar en el que vas poniendo pequeñas cuentas. Bueno, pues el ARN sólo tiene cuatro cuentas diferentes y el uracilo es una de ellas. Y claro, no hace falta decirlo, el ARN es una de las moléculas esenciales de la vida. Quizá sea la molécula esencial de la vida, eso está todavía en discusión.
Pero entonces… ¿estás sugiriendo que en ese asteroide hay vida? No, no nos vengamos arriba tan rápido. A ver, Riugu (el asteroide) es muy poquita cosa: una montaña de piedras de 1 kilómetro flotando en medio del espacio. Sin atmósfera, lógicamente, y con muy poca agua (toda congelada), Riugu no es un sitio donde esperemos que haya vida. Pero, sin embargo, sí está este uracilo, junto con otros muchos compuestos orgánicos. ¿Cuál es la conclusión que debemos sacar? Que las moléculas necesarias para la vida son muy comunes. Que aparecen incluso en la superficie de un montón de rocas perdido en medio del espacio.
¿Qué quiere decir eso? Si no vienen de un ser vivo ¿de dónde salen? Pues muy buena pregunta… No conocemos bien los detalles, pero todo indica que seguramente se formen ellas solitas en la superficie del asteroide. Hay que pensar que los ingredientes para hacer uracilo, o aminoácidos, o lo que sea, son muy comunes: carbono, oxígeno, nitrógeno… todas esas cosas están en el suelo del propio asteroide. Normalmente ahí se quedarían, en el suelo y cada una por su lado, pero si alguien “les da un empujón”... entonces igual empiezan a reaccionar y forman cosas más complicadas, como este uracilo.
La gracia es que hay una forma muy fácil de darles un empujón: los rayos ultravioleta. Los ultravioleta, digamos, ponen a las sustancias “con ganas de reaccionar unas con otras”. Así que creemos que lo que está pasando es, simplemente, la luz del Sol. El Sol ilumina la superficie de estos cuerpos y entonces las sustancias empiezan a reaccionar, seguramente de forma muy desordenada. En medio de todo ese caos se forma… el uracilo, por ejemplo.
Y entonces… si el uracilo que se ha descubierto está ahí por puro azar ¿por qué es importante? Bueno, porque es la prueba de que el puro azar puede dar lugar a estas sustancias tan importantes! Después, una vez creadas en el espacio exterior, sustancias como el uracilo pueden “caer” sobre los planetas. Digamos que en la Tierra primitiva estuvo continuamente “lloviendo” una especie de maná del espacio que es el que llenó los océanos primitivos de las piezas para construir la vida. No sabemos cuántas de esas piezas había, ni cómo se ensamblaron para producir el primer ser vivo, pero lo que vemos en asteroides como Riugu apunta a que la carrera de la vida empezó allá arriba, en lugares desolados como la superficie de un asteroide.
¿Hay algún sitio en que hayas pensado “aquí sí”? En Riugu nos dices que no puede haber vida aunque haya sustancias orgánicas, pero ¿hay sitios en donde hay sustancias orgánicas y *sí* puede haber vida? Lo estándar sería decir “en Marte”, pero a mí el que me dejó la mosca detrás de la oreja fue el caso de Encélado.
Es una luna de Saturno; una luna pequeñita, más pequeña que España, pero uno de los lugares más calientes del Sistema Solar para buscar vida. Resulta que Encélado tiene grandes cantidades de agua, cosa que no es rara: es lo más normal cuando te vas más allá de Júpiter. Como en esas regiones hace frío ese agua suele estar congelada, y Encélado tiene, efectivamente, una preciosa superficie de hielo recorrida por líneas azules. Muy bonita. Pero lo interesante es que debajo de esa superficie sabemos que hay un océano líquido. Seguramente a más de 10 kilómetros bajo el hielo, pero ahí hay agua líquida. Y más interesante todavía: ese agua está saliendo al espacio. Encélado tiene géiseres que lanzan el agua a 2000 kilómetros de la superficie.
Bueno, un géiser de 2000 kilómetros seguro que será todo un espectáculo, pero ¿por qué es esto interesante para la búsqueda de vida? Pues porque si el agua sale quiere decir que podemos analizarla. Podemos saber lo que hay allá abajo, y lo hemos hecho. Creemos, por ejemplo, que Encélado tiene chimeneas hidrotermales, como las que hay en el fondo de los océanos de la Tierra. Y desde 2018 sabemos también que en ese agua hay compuestos orgánicos, pero no cosas pequeñitas como el uracilo: compuestos muy grandes, con decenas de átomos de carbono, y quizá con cientos.
Lo fascinante de la historia de Encélado es que la sonda que lo exploró entre 2004 y 2017 no estaba equipada para un descubrimiento tan gordo. Sus instrumentos podían analizar sustancias pequeñas, pero no eran capaces de decirnos qué narices es eso que hay en el océano de Encélado. Así que el mensaje de la sonda Cassini fue algo como “Aquí hay cosas. Muchas cosas. Más de las que yo puedo analizar. Por favor envíen refuerzos”
Desde entonces yo tengo a Encélado por el único competidor de Marte en la carrera de descubrir vida fuera de la Tierra. Y puede que Encélado esté ganando la carrera por una nariz.