Ha sido una de las noticias de la semana: la lava ha empezado a salir del suelo en Islandia, después de varias semanas de avisos sísmicos. El lunes por la noche se abrió una grieta de más de 3 kilómetros de longitud relativamente cerca de la capital: a sólo 40 kilómetros de Reikiavik. Por fortuna, a pesar de su gran tamaño la erupción está siendo “dócil” y ni siquiera ha hecho falta cerrar el aeropuerto, que también está cerca de la grieta.
Alberto Aparici nos cuenta que "todo indica" que la erupción ya ha acabado. Pero, que a pesar de que desde ayer ya no sale nueva lava de la grieta, "hay que tener cuidado, porque estas cosas pueden reactivarse". Añade que "ha sido una erupción rápida y, además, muy tranquila".
Nos explica que lo que determina que una erupción sea tranquila o no, son muchos factores, pero que uno determinante es la composición. Si la lava es muy viscosa es más peligrosa porque se pega al agujero por el que sale, produce tapones "y eso lleva a que a veces explote el volcán como una botella de champán".
En cuanto al "volcanismo desenfrenado de Islandia" cuenta que uno de lo lugares más volcánicos de la Tierra, es el centro del Atlántico donde hay una grieta gigantesca que llega desde el norte de Groenlandia hasta casi la Antártida. "Por esa grieta está saliendo lava continuamente, lo que pasa es que no nos enteramos porque está bajo el mar. Esa lava empuja el suelo oceánico, y el suelo a su vez empuja a los continentes. El resultado: el Atlántico se hace cada vez más ancho y los continentes están cada vez más lejos", aclara el científico.
"Islandia está llena de volcanes porque todo el Atlántico lo está. E Islandia va a seguir creciendo con estas erupciones porque es el Atlántico entero el que está pegando el estirón", agrega Aparici.