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¿Vida en Venus? Una posibilidad de la que sabremos más en 2025

Alberto Aparici analiza esta posibilidad que en los próximos meses quedará más cerca de resolverse.

ondacero.es

Madrid |

La búsqueda de vida fuera de nuestro planeta es una de las grandes competiciones científicas de nuestro tiempo. Aunque Marte suele liderar las apuestas como el candidato más prometedor, otros prefieren centrar su atención en Encélado, una luna de Saturno, o incluso en planetas más allá del Sistema Solar. Sin embargo, Venus, el planeta más cercano a la Tierra y el más brillante del firmamento, también tiene su lugar en esta carrera. En el año 2025, este vecino planetario será protagonista de una misión científica que podría cambiar nuestra percepción de su habitabilidad.

Venus ha sido tradicionalmente visto como un lugar inhóspito. Su superficie es extremadamente caliente, con temperaturas de alrededor de 450 °C, y la presión atmosférica es cien veces mayor que la de la Tierra, comparable a estar a 1.000 metros bajo el agua. Esto se debe a su atmósfera, compuesta en un 96% por dióxido de carbono, lo que genera un efecto invernadero extremo. Sin embargo, a altitudes de entre 50 y 60 kilómetros sobre la superficie, existen condiciones de presión y temperatura similares a las de la Tierra, un “sweet spot” que ha despertado el interés científico.

En este contexto, la misión Venus Life Finder, impulsada por la empresa privada Rocket Lab, tiene como objetivo explorar la habitabilidad de este entorno único. Programada para despegar en enero de 2025 desde Nueva Zelanda, la misión enviará una sonda de 40 centímetros que atravesará las nubes de Venus para analizar su composición. Aunque la misión es modesta y la sonda tendrá una vida útil estimada de solo cinco minutos en las condiciones extremas de la atmósfera venusiana, podría aportar datos cruciales. En particular, buscará moléculas orgánicas y analizará el tamaño y la composición de las partículas en las nubes.

El descubrimiento de moléculas orgánicas sería un avance significativo, aunque no necesariamente una prueba de vida. Un aspecto crítico que estudiará la misión es la concentración de ácido sulfúrico en las nubes. Si bien este compuesto puede parecer incompatible con la vida, en la Tierra existen bacterias capaces de sobrevivir en entornos altamente ácidos. La clave radica en la cantidad de agua disponible en las gotas de las nubes: si la concentración de ácido es moderada, podría haber condiciones favorables para microorganismos similares a bacterias.

Un desafío fundamental para la hipótesis de vida en Venus es determinar el origen de esta posible vida. En la Tierra, se cree que las bacterias aéreas evolucionaron a partir de organismos que habitaban en lagos y océanos, ecosistemas que actualmente no existen en Venus. Sin embargo, algunos científicos consideran plausible que en el pasado Venus haya tenido un clima más benigno, quizás con océanos líquidos antes de sufrir un cataclismo geológico hace 700 millones de años. Si Venus alguna vez albergó agua líquida, podría haber sido habitable durante un tiempo significativo antes de transformarse en el “infierno” que es hoy.

En suma, la misión Venus Life Finder representa un pequeño pero importante paso en nuestra comprensión de este misterioso planeta. Aunque encontrar vida en Venus es una posibilidad remota, los datos que se obtengan serán esenciales para evaluar su potencial habitabilidad y ampliar nuestro conocimiento sobre la diversidad de condiciones que podrían albergar vida en el universo. Mientras tanto, queda desearle el mayor éxito a esta misión en su odisea científica.