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Teresa 'la Pelaya': "Mi hija es la que más me putea, pero lo hace con cariño"

Hoy hablamos con Teresa la Pelaya, también conocida como la abuela tiktoker, tiene 92 años y bastante genio, como demuestra en sus vídeos.

ondacero.es

Madrid |

Teresa del Río, más conocida como Teresa la Pelaya es la abuela de tiktok, a sus 92 años se ha hecho un hueco en esta red social gracias a su desparpajo y genio.

"Mi hija es la que que más me putea, pero una madre lo pasa todo, lo hace con cariño" añade la soriana cuando le preguntan por su familia.

La pelaya, que se llama así por su padre, mote que ha ido pasando por todos los miembros de la familia, pide perdón por todas las palabrotas en los videos "lo hago con cariño, sin intención de ofender a nadie".

Para comer hoy tenía preparado una receta de ensaladilla rusa especial, casera con bonito, taquitos de jamón, un poco de carne que primero pasa por la sartén y mayonesa casera que hace con la batidora, y bromea con que todavía tiene fuerza en las manos para darle a quien sea con salero.

De segundo ha preparado albóndigas divinas con salsa marrón y sin patatas, las patatas para los huevos.

De fondo se puede oír a su agaporni, ella lo denomina con el más elegante del mundo "me dice: cómo estás, qué te pasa y cuándo me voy me chilla" bromea Teresa.

La de Soria vive sola en su casa, pero le hace compañía Alexa, aunque tienen una relación de amor odio "hay veces que se enciende sola y me asusta, luego me dice te quiero, y o le digo, yo también, pero me haces muchas putadas" añade con guasa.

Teresa recibe en su casa al párroco al que prepara café, magdalenas, rosquillas y una propina para la virgen, "es encantador" su nieta le pica diciéndole que no mienta que no va mucho a misa a lo que la señora le contesta por lo bajini "¡ay hija, no digas esas cosas" después añade, "no voy misa por que no hago nada malo, al revés, las cosas las hago con todo mi corazón"

Es una mujer muy bromista y con buen sentido del humor, incluso una vez, en San Antón, cogió un cochinillo al que bañó y vistió y llevó al confesionario para bendecirlo, algo que al párroco no sentó muy bien.

Admite haber tenido mucha suerte con los hombres, aunque solo ha tenido un único amor, su marido, "las de mi pueblo me tenían envidia por que era guapísimo, con un pelo precioso". Cuando eran novios la llevó a Madrid a casa de sus suegra, que les hacían dormir en alcobas separadas, y aunque su entonces novio la llamaba para dormir juntos, ella le contestaba "¡Si hombre, que anda tu madre por ahí!"