En un espacio de poco más de 160 metros se da de comer a diario a cerca de 500 alumnos en dos turnos, aunque el hacinamiento no es el único problema de las instalaciones. Además de haberse quedado pequeño, tampoco cumple la normativa de seguridad en caso de incendio, explica Belinda, una de las madres del AMPA, ya que se están superando los ratios que establece el código de edificación.
La iniciativa, presentada por Chunta, plantea reivindicaciones de las familias, como la elaboración de un estudio para ampliar el comedor e instalar una cocina propia donde se elaboren a diario los menús del alumnado con alimentos frescos y de temporada, donde, además, se prime el uso de productos de proximidad y ecológicos.
El comedor del Colegio Miraflores es uno de los muchos que todavía cuenta con servicio de línea fría, donde cada día se sirven alimentos elaborados, en algunos casos, a cientos de kilómetros y que llevan tiempo congelados, sufriendo problemas como el que recientemente afectó a varios colegios de Zaragoza, donde hubo que retirar el primer plato, de arroz con tomate, al encontrarse en mal estado.